InicioModaBellezaLifestyleNewsletterClub

Este maquillaje tendencia en primavera-verano 2024 me ha obsesionado (y es el único que me quiero hacer ahora)

Por María José Pérez - 4 de abril de 2024 - belleza

#tendencias#belleza#maquillaje#pasarelas#primavera-verano 2024

El maquillaje soft grunge visto en las pasarelas, especialmente en la de Givenchy, es una manera efectista y efectiva de acercarte a parte de la estética de lo años 90 y poder divertirte con los pinceles

Lo confieso: me gustan las tendencias de maquillaje en general y las tendencias de maquillaje de primavera-verano 2024 en particular. El motivo es sencillo: me parece una manera rápida, fácil y efectista de actualizar tu look sin gastar mucho dinero, porque la mayoría de las técnicas y acabados que ves en pasarelas son más cuestión de maña que de inversiones estratosféricas (si no tenemos en cuenta el tiempo, claro). Y aunque este año hay algunos colores llamativos que quizás no vayan a entrar en mi neceser (hola, sombras celestes), la mayoría de las tendencias de maquillaje de primavera-verano 2024 podrían catalogarse si no como naturales, sí como mainstream, si por eso entendemos que se adaptan a una amplia mayoría o, al menos, al concepto de belleza generalista. Vamos, que no vas a ver eyeliners de formas geométricas deconstruidas o dibujos arty en las sienes, sino labios rojos y rosados, coloretes más o menos intensos, más tendencias que te he contado en el Club DModa y, sobre todo, un tipo de maquillaje que me ha obsesionado: el soft grunge.

Hay diferentes aproximaciones y pasarelas que se han presentado esta tendencia de maquillaje, pero la de Givenchy es quizás la que mejor ejemplifica la versión 2.0 de una estética que dio el salto de los 90 a los 2000 y fue versionándose hasta dar lugar a looks más extremos y oscuros de inspiración gótica, como los que en su momento podía llevar Avril Lavinge. Seguro que te acuerdas: ojos bien cargados de delineador tanto por dentro de la línea de agua como por fuera, sin demasiada precisión, piel casi desnuda y labios desdibujados gracias a colores que imitaban el color de la piel (en el caso de Lavinge y de otras mujeres blancas, incluso corrector de ojeras; que tire la primera piedra la que no haya usado ese producto sobre su boca para hacer destacar un ahumado).

Quizás asocies ese tipo de maquillaje a la subcultura emo, que según diferentes fuentes, nace alrededor de los 80 en Estados Unidos íntimamente relacionada con la música rock y que, sin embargo, en España se hizo especialmente popular en los 2000 y entre los adolescentes. Unos que, con permiso de los orígenes de esta estética, también parecían acercarse, de un modo u otro, al grunge que unos años antes Marc Jacobs había colocado en las pasarelas gracias a una polémica, polemiquísima, colección para Perry Ellis. Le costó el puesto, pero también la fama mundial.

¿Que por qué te cuento todo esto? Porque el maquillaje que puedes ver en ese mítico editorial de Vogue que colocaba el grunge ante el público masivo y lo fagocitaba dentro del sistema tiene bastante que ver con el visto en Givenchy para primavera-verano 2024. Como si, en cierto modo, la idea de aligerar el maquillaje grunge lo conectara con sus raíces.

El primer punto importante en este look es la piel, que se aleja del concepto glow y jugoso que ha estado arrasando en redes sociales y marcas de cosmética y maquillaje en los últimos años. ¿Va a continuar entre nosotros? Sin duda: las firmas no hacen más que lanzar productos que buscan ese brillo glaseado. ¿Hay marcas y maquilladores de renombre, como Val Garland, que quieren pasar a otro tratamiento de la piel? También. Y el de Givenchy y el maquillaje soft grunge es casi más plausible para el día a día: es lo que Garland y TikTok han llamado cloud skin, que no es otra cosa que una piel ligeramente mate, una especie de término medio entre el glow sublimado por Hailey Bieber y las pieles ultramate de parte de los 2000. Ahí dicen que está la virtud, ¿no?

Es cierto que soy muy, muy fan de la piel jugosa y brillante, y prefiero que mis maquillajes tiendan a ello, pero también es verdad que con los cambios que estoy viendo en mi rostro en las últimas semanas, esta aproximación a la piel me parece más factible para mi día a día, y también más práctico para el verano, momento en el que el calor puede hacer que aparezcan brillos indeseados. Así que la idea de combinar productos de skincare que busquen potenciar el glow natural y maquillajes que sencillamente den un acabado natural me parece la mejor idea del mundo. Si además lo combino con una capa de polvo suelto ultrafino, como precisamente los Prisme Libre de Givenchy, mejor que mejor.

La variación que pienso hacerle a la piel, eso sí, es la de añadir un poco más de contorno y de colorete: prefiero los pómulos bien marcados y el efecto desnudo y lavado de Givenchy lo dejaré solo para algunos días concretos. Al final así es como hay que tratar las tendencias: llevándolas a tu terreno.

Lo que me pierde es la manera de tratar los ojos, porque los labios quedan en un segundo plano; un poco de labial que simule el tono de la boca y un bálsamo para tenerlos hidratados es más que suficiente. Pero los ojos; ay, los ojos. Cierto es que no puedo vivir sin máscara de pestaña, y ese es otro añadido que voy a hacer sí o sí, pero la idea de las sombras marrones y ese delineado ultrafino pero de apariencia casual me fascina. Además, es realmente interesante ver cómo puedes ir modulando tanto el tono como la intensidad de las sombras, que se aplican sin (aparente) demasiado cuidado tanto en el párpado superior como en el inferior: lo mismo te puedes ir a un tono topo que prácticamente sea invisible pero ayude a ganar profundidad que a un marrón un poco más oscuro si quieres que las sombras sean más evidentes. Lo que no puede faltar, eso sí, es el delineador… marrón.

De nuevo, confieso que prefiero el negro: el impacto es inmediato. Sin embargo, la idea de suavizar el efecto general para conseguir algo más diurno y quizás más armonioso a nivel cromático es francamente interesante: hay algo, pero quizás no lo veas de entrada y tengas que pararte a observar a la persona un poco más detenidamente. Boom. Objetivo conseguido. Sobre todo, si se aplica, como en Givenchy, el delineado tanto por dentro como por fuera, de un modo fino (no queremos líneas gruesas) pero sin tener que hacer florituras de difuminado o extensión para alargarlo hacia fuera. Se trata de enmarcar el ojo de la manera más literal posible, sin intentar levantarlo de ninguna manera, salvo engrosando un poco, solo un poco, la parte final del delineado superior. Fácil y para todos los públicos.