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John Galliano: la vuelta orquestada a la primera división de la moda (es decir, a una marca potente)

Por María José Pérez - 10 de mayo de 2024 - moda

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La Met Gala 2024 hizo que el nombre de John Galliano volviese a estar en boca de muchos después del desfile de Alta Costura para Maison Margiela que le granjeó el aplauso de crítica y apasionados de la moda. Junto con el estreno de su documental, las campanas de la estrategia para que vuelva a estar en una marca hiperpopular, suenan más fuertes que nunca.

Si hubo alguien que salió ganando en la Gala Met 2024, fue John Galliano. Maison Margiela, también ya que su rúbrica está tras dos de los vestidos más virales y comentados, es decir, el de Kim Kardashian y el de Zendaya (porque gusten o más o menos, sobre todo la primera celebridad, eran de las mujeres más esperadas a nivel general; entre las dos, acumulan más de 300 millones de resultados en Google; Jennifer López se queda en 58; Rosalía, en casi cinco, como Mona Patel). La cuestión es que también vistió a Bad Bunny, otro de los anfitriones de la noche; a Gwendoline Christie, actriz que estuvo realizando entrevistas en directo y que cerró su desfile de Alta Costura y... otra vez a Zendaya. Pero ya no bajo el paraguas de Margiela, sino bajo el de Givenchy. Porque el segundo look con el que la aplaudida y mediática actriz volvió a subir las escaleras por las que otras tenían que ser llevadas en volandas pertenecía a una de las dos colecciones que hizo Galliano en su breve paso por Givenchy; un vestido de archivo de 1996 con cola kilométrica. 

Sobra decir que en un evento de estas características, la casualidad no existe.

Hace pocos días, la revista The Cut afirmaba con rotundidad que durante el verano de 2023, los planes del comisario del museo, Andrew Bolton, y de Anna Wintour eran dedicar la exposición del Instituto del Traje del Museo Metropolitano de Nueva York a John Galliano. Se han dejado, al parecer, en "pausa indefinida" por miedo a la reacción pública: según el medio "algunos miembros de la junta directiva del museo intervinieron para detener la exposición". Porque los ataques verbales y los insultos antisemitas que el diseñador gibraltareño lanzó en 2011 y que le valieron su despido inmediato de Dior todavía resuenan en muchas cabezas. Pero parece que ya no en todas... o que hay esfuerzos para que se pase página.

Vestir a Kim Kardashian puede ser una decisión más o menos polémica y arriesgada, sobre todo teniendo en cuenta la diversidad de opiniones que provoca en Internet la controvertida celebridad y empresaria, pero arrimarse a Zendaya, teniendo en cuenta la buena publicidad que tiene la actriz a la que (parece que) todos quieren vestir, es una apuesta más segura. Los estilismos de la actriz, orquestados por Law Roach, son un titular seguro; un vídeo seguro en redes sociales. Exposición garantizada, y aunque no siempre llueve a gusto de todo el mundo, los comentarios positivos estarían ganando en número a los negativos. Una especie del efecto halo estudiado en psicología y que hemos visto una y mil veces en las asociaciones entre marcas y actrices y marcas e influencers

Los estilismos de la Met Gala 2024, incluidos los de Kim Kardashian, tenían referencias, (con permiso de la temática de la exposición, Sleeping Beauties, y del dress code de la noche, El Jardín del Tiempo) al trabajo actual de Galliano, pero también al corpus que le hizo coleccionar fans. Porque sí, había conexiones claras con el desfile de Alta Costura celebrado en enero bajo el nombre de Margiela Artisanal, pero ¿acaso no era ese show, uno de los más celebrados de los últimos años, un recordatorio de lo que John Galliano había hecho anteriormente en Dior? Es más: tanto el primer vestido de Zendaya como el brocado del look de Kardashian se inspiraban en vestidos que el diseñador había creado en su etapa en la maison Dior. No hay puntada sin hilo. Dana Thomas, la autora del popular volumen Dioses y Reyes: auge y caída de John Galliano y Alexander McQueen, es defensora de esa tesis.

La periodista estadounidense publicó en The Telegraph un artículo titulado Dentro del plan secreto para traer de vuelta a John Galliano, donde resume y condensa varios argumentos que se suman a la causa: el estreno del documental llamado Ascenso y caída de John Galliano producido por Condé Nast (la empresa, dicho mal y pronto, de Anna Wintour, una de sus grandes defensoras), el mediático desfile; el hecho de que Sidney Toledano, ex director ejecutivo de Dior y una de las personas responsables del despido de Galliano, ya no esté en LVMH, el grupo al que pertenece la maison, Givenchy, Louis Vuitton, Loewe o Celine.

Dos datos interesantes: Givenchy está ahora mismo sin director creativo y se rumorea que la salida de Hedi Slimane de Celine es inminente. Esos serían dos puestos atractivos para que el gibraltareño volviese a esa primera división, a un grupo gigante e incluso a una firma en la que ya estuvo (con este panorama, que hubiese varios vestidos de archivo de Givenchy en los alrededores del Met, es también significativo) pero fantasear con que Galliano se colase en Chanel, también es irresistible. 

En las últimas páginas del libro que trata sobre la trayectoria de dos creativos tan relevantes para la Historia de la Moda, Thomas hace una pregunta que parece igualmente pertinente ahora, casi diez años después: "¿Podrá Galliano encajar en su nueva realidad? ¿Cómo se verán sus elaboradas prendas en un paisaje mucho más sobrio y comercial? ¿Le importará a alguien lo que tenga que decir?"

La última respuesta, parece afirmativa, si se tiene en cuenta la respuesta de gran parte del público... y de la curiosa campaña que la fomenta. El resto, igual que las cuestiones sobre el perdón, el olvido, la creatividad, la utilidad y lo comercial, son interrogantes que, quizás, están más cerca de cerrarse de lo que podemos imaginar.